Las palabras y los hechos.
Hace algunos años, un niño de dos años estaba internado en un sanatorio, luego de sufrir una compleja cirugía craneana, en varias etapas. Estaba allí desde hacía dos meses, y repentinamente comenzó a temblar preguntando -¿qué me pasa, papi?. El padre llamó urgentemente y acudieron enfermeras y el médico de turno. Minutos después de revisarlo, y mientras el niño seguía temblando asustado, el padre recibió de los médicos las palabras: -Septicemia. La sangre está distribuyendo repentinamente bacterias por todo el cuerpo. Infección generalizada. Llame a la familia urgentemente.
El padre bajó casi volando los cinco pisos, salió a la calle, y comenzó a correr en búsqueda de un cura en un convento Católico que estaba a pocas cuadras de distancia. Quería auxilio, compasión, confortación, oración, milagro, cuidado, cura, amor, contención, abrazo, comprensión. Eso es lo que este hombre creyente esperaba recibir de su dios en una terrible situación como esta.
Allí, agitado y casi lloroso, pidió a una recepcionista en la puerta lateral que por favor llamara a un cura: - ¡Muy rápido, por favor, mi hijo se muere y necesitamos ayuda!. Ella, dijo que los curas estaban “ocupados en una reunión” pero ante la insistencia del padre, tomó el teléfono interno y llamo por fin a un cura, que vino y se presentó al padre del niño, que ya estaba desesperado. En la breve charla, el padre del niño comentó que su mujer estaba en la clínica con el niño, y que la madre del niño estaba descansando en su casa, ya que había hecho la “guardia” de la noche. El cura dijo – Entonces, vives en pecado. . . Y dijo: – Por favor espere unos instantes. Y se fué. Y la recepcionista atendió el interno cuando sonó y cuando colgó le dijo al padre del niño: -El domicilio de esa Clínica pertenece a otra iglesia, que está en . . .
Al salir a la calle, el padre del niño, llorando miró al cielo y dijo: -¿En qué manos dejás tus asuntos?
Y desde un teléfono público llamó a la familia, para que vengan todos, el niño estaba desahuciado.
Marchó, lento, consternado, hacia el sanatorio. Subió a la habitación del niño, casi sin esperanzas. El niño estaba comiendo un postre, de manos de su mujer, sonrientes ambos. -¿Dónde fuiste, papi? -A llamar a mamá, para que juguemos todos juntos, estaba un poco triste yo. Los médicos luego explicaron que había sido "solo una reacción alérgica" el temblor.
Este padre aprendió a separar su fe de quienes se arrogan la representación de ella. Lo aprendió ese día, y él -que es creyente- dijo que su dios le había rescatado a él y a su hijo de los malos curas.
Los hechos y las leyes
Años después, el estado legisló el divorcio vincular. Complementario a eso, varias leyes mejoraron el derecho de familia, igualando a todos los hijos ante la ley, estableciendo la igualdad de ambos cónyuges respecto de la Patria Potestad y -para ciertas necesidades- a los convivientes con los casados.
Se acabaron muchos términos: “Hijo bastardo” “Concubinato” “ Hijo natural” y tantos otros que hoy nos avergüenzan, pero que eran cotidianos en escritos oficiales, periodísticos y hasta en charlas cotidianas de gente común.
Es sabido y dicho hasta el cansancio que las leyes marchan en la retaguardia de las sociedades. Es así, y es bueno que sea así. Porque es el uso y la costumbre el mejor modelo para identificar respecto de qué situaciones la ley debe garantizar derechos, por ejemplo. También es sabido que existen quienes medran con el estado de las cosas y son quienes más se resisten al cambio, en todas las ocasiones.
Entonces, uno puede ser o no ser tributario de un derecho, y puede tener criterio y humanidad para reconocer ese derecho a quienes son beneficiarios de él. Por ejemplo usted no anda en silla de ruedas, pero admite y aprueba o promueve que haya rampas en todos los sitios necesarios para que quien se traslada solamente en silla de ruedas pueda disponer del mismo derecho al acceso del que usted dispone. Y puede vivir su vida -si lo prefiere- sin tener en cuenta jamas a quien se traslada en silla de ruedas, pero cuando se cruza con alguno, lo deja pasar primero. Y promover las rampas nunca va a ser confundido con promover la parálisis de piernas.
Las leyes y las palabras
Nosotros, hoy en julio de 2010, no sabemos cuantas palabras van a dejar de usarse con la ley de matrimonio igualitario. Pero van a dejar de usarse muchas de las que algún día nos vamos a avergonzar por haberlas pronunciado. Dejo como tarea a quien lea esto, la confección del listado posible.

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