Unos ingenieros han hecho un minucioso manual de procedimiento para revisar el circuito eléctrico de unos complicados motores en un edificio inteligente. Se entiende: Sería una misión imposible de cumplir sin el manual. Algo debe desconectarse antes de tocar otra cosa, que a su vez es imprescindible tocar para acceder a otra y todo eso debe hacerse en una secuencia estricta, con herramientas precisas y siguiendo rutinas que no admiten otro modo de hacerse. Vale.
Para este y muchísimos otros ejemplos los Manuales de Procedimiento son completamente imprescindibles. Hasta para usar tu electrodoméstico. Ya nada puede ser intuitivo cuando hay tanta complejidad comprometida en el funcionamiento de las cosas.
Pero. ¿esto es aplicable a todas las cosas que funcionan? Puede ser, pero no con esa rigidez. Porque hay también Manuales de Procedimiento (Se los llama Protocolos) para realizar por ejemplo una cirugía y para la mayoría de los procedimientos de intervención sobre seres vivos. Aunque en estos casos, no es tan rígido el manual, porque hay acción y reacción. Hay imprevistos que se resuelven más por dominar el Arte que la Técnica.
Vayamos un poco más lejos.
He visto muchas veces en mi trabajo, personas que son Devotas del Manual, del Protocolo, del Ritual Procesal, del Reglamento, de "Lo que dice ahí el cartelito". Devotas, como se es -quien lo es- de los Diez Mandamientos. O de San Algo. Hacen de las reglas un Dogma.
Y navegan en sus vidas laborales en el mar del deber "cumplir con la tarea que se me ha encomendado".
Veamos. ¿es siempre lo mejor eso?
Puede ser en el último eslabón de la cadena militar. Un soldado raso imputado, en un famoso juicio al preguntársele si era cierto el hecho que se le atribuía, dijo: " - Siempre cumplí mis órdenes. Se me marcaba el blanco y yo disparaba. Era mi función, mi razón de ser y estar allí. Soy un soldado". El tipo se equiparó a una cosa. La carabina podría haber contestado exactamente lo mismo si hubiera sido posible interrogarla.
Vamos a otro caso. Hay montones de personas haciendo fila, muchas con dificultades para moverse. Hay diversidad en los que esperan hace horas y esto incluye ancianos, algunas mujeres con niños. Cuando se les pregunta a los empleados que abandonan sus puestos de atención al público en el mostrador, dejando a los ciudadanos esperando, dicen: "-Es mi hora de almuerzo" Señalando un cartel que -efectivamente- dice que a esta hora se almuerza en este lugar. Las letras impresas en el cartel parecen de mayor entidad que las necesidades de los que esperan ser atendidos.
Y entonces a veces es necesario recordarles a los Dogmáticos que -a lo largo de toda la vida, de todas las personas, de todas las circunstancias- nunca está la Norma por encima del Objetivo. Que las tareas asignadas lo son en función del cumplimiento del objetivo. Que si en algún momento, por el motivo que sea, se bifurcan los senderos, lo único correcto es desechar el manual y acudir en busca del objetivo.
El objetivo no es cumplir con la tarea.
La tarea, es cumplir con el objetivo.
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